miércoles, 4 de noviembre de 2009

UNA VERDAD PÚBLICA

UNA VERDAD PÚBLICA

Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con gentileza y respeto… (1 Pedro 3:15-16).

El evangelio es una verdad pública, no es un mensaje privado confinado a los templos, ni un discurso religioso para almas incorpóreas. Es palabra de Dios que interpela y desnuda los pecados personales, sociales y estructurales; palabra que dignifica a las culturas y palabra que provoca transformaciones sociales. Es buena noticia que discurre en todas las fronteras de la vida humana y que libera a las personas de todas las opresiones.

Anclados en esta verdad pública, los evangélicos peruanos no deberían rehuir al debate sobre los temas críticos de la agenda social y política contemporánea. Deben exponer su punto de vista sin reparos ni temores en la arena pública, escuchando con respeto y tolerancia la opinión de quienes no comparten su fe, pero que están interesados también en las políticas públicas orientadas al bien común.

La imposición arbitraria de determinado punto de vista y la indiferencia frente a los problemas que afectan a todos los ciudadanos, no son formas apropiadas ni de ejercicio ciudadano responsable ni de presentación pública del evangelio. La persuasión, mediante la argumentación seria y coherente, constituye un mejor camino para sembrar la semilla del evangelio en la vida pública.

Cuando se ingresa en el terreno de lo público, las respuestas simplistas y la pereza mental, no son buenas consejeras. La articulación de una mente cristiana tapizada de la cosmovisión bíblica, aunque demanda tiempo y puede parecer lenta al principio, permite elaborar un lenguaje público propio y tiene frutos de largo alcance dentro y fuera de la comunidad cristiana.

Los desafíos de la agenda pública exigen respuestas teológicas, éticas, legales, sociales y personales. Un enfoque interdisciplinario, desde la comprensión del evangelio como verdad pública, parece mucho más oportuno y contundente que las respuestas sesgadas producto de la intolerancia y de las visiones trasnochadas de lo que implica ser evangélico.

La verdad del evangelio, sin concesiones ni acomodos, tiene que ser expuesta en los Areópagos de este tiempo, delante de los que presumen de sabios y de líderes de opinión. Hábilmente se tiene que desnudar a los ídolos contemporáneos y presentar de manera inteligente y siempre nueva al Dios no conocido a los públicos humanos entretenidos en los nuevos discursos o embelesados en discursos pasadistas.

Lima, 26 de octubre del 2009

Darío A. López Rodríguez
DNI 08967286